¡Él es Dios! Durante toda la noche va el gallo por el barrio más barrio del Querétaro más primero: San Francisquito. Una fiesta de cientos, abuelos, papás, mamás, chavos y niños. Viene la banda de viento dándole duro y haciéndose oir. Los gallos de papel, grandes, medianos o chicos pero todo coloridos, y los rehiletes, y el chupe y hasta un poco de mota en las generaciones jóvenes... Todos van bailando, cantando de mesa en mesa, de casa en casa y por todos lados, compartiendo, siendo uno. Los herederos de la tradición abren sus hogares para la oración y la fiesta, sus casas se vuelven templos que harán eco de los pregones concheros, esos cantos hipnóticos con concha y cuerda que repican en la cabeza y te elevan... Mañana se volverán a ver, esta vez en lo cotidiano, en la frutería, en la escuela, en las tortillas. Mañana más compadritos y comadritas que ayer, y pasado más hermanos que mañana. ¡Él es Dios!
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